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[Agustín Squella:]

"Chile no cambió ni despertó: se mostró"

El académico y columnista porteño, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, analiza en esta entrevista los acontecimientos del 18 de octubre de 2019 los que califica, más que de "estallido", como "protestas sociales muy masivas, persistentes y territorialmente muy extendidas dentro de cada ciudad". "Tuvieron finalmente un efecto positivo", dice, aunque reprueba el "vandalismo y pillaje" que se vivió en lugares como Valparaíso.
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Mar cela Küpfer C.

El currículum resumido de Agustín Squella Narducci señala: académico de la UV, columnista, Doctor en Derecho y Premio Nacional de Humanidades en Ciencias Sociales, entre otros meritorios aspectos de su vida profesional. Pero, por sobre todo ello, Squella es un reputado analista del acontecer nacional, un observador crítico y reflexivo de la realidad que, a través de sus puntos de vista, arroja luz sobre fenómenos sociales que pueden resultar tan complejos de comprender como el llamado "estallido social" del 18 de octubre de 2019, del que mañana se cumple un año exacto.

Es un tema del que Squella ha hablado, reflexionado y escrito largamente durante los últimos doces meses. Por ello, a la hora de los balances, describe sin titubeos las motivaciones, características y consecuencias que tuvieron estas "protestas sociales" -como prefiere llamarlas, antes que "estallido social"- en el país.

En general, señala Squella, estos acontecimientos tuvieron "un efecto positivo", dentro del cual destaca sin dudar "la apertura de un proceso constitucional que nadie habría imaginado" y que el próximo domingo 25 de octubre se concretará en una inédita votación que dirimirá si los chilenos quieren o no una constitución política distinta a la que nos rige hoy: la de 1980.

-A un año de los acontecimientos de octubre de 2019, ¿qué evaluación hace respecto del impacto que tuvieron estos en nuestra sociedad? ¿Podemos decir que el 18-O cambió algo en Chile?

-A partir de ese día Chile no cambió ni despertó: se mostró. Mostró su malestar, que pronto pasó a indignación, luego a rabia, y que tuvo manifestaciones de violencia muy graves, sobre todo de vandalismo y pillaje protagonizados por grupos muy heterogéneos. Malestar por varias causas: frustración de expectativas de sectores medios, fastidio con el abuso, reacción contra focos de corrupción en la política, en los negocios, en dos ramas de las fuerzas armadas, en el fútbol, en las iglesias. Y malestar, por cierto, con la falta de un acceso garantizado a bienes básicos o primarios sin los cuales nadie puede llevar adelante una vida digna, responsable, y autónoma, tales como atención sanitaria oportuna y de calidad, educación pública de calidad, vivienda, y previsión también oportuna y justa.

-¿Considera que los acontecimientos de octubre de 2019 son un fenómeno en desarrollo aún en el país? ¿O el efecto de la pandemia puso de alguna forma un fin a ese ciclo?

-Los acontecimientos tuvieron finalmente un efecto positivo. Yo prefiero hablar de "protestas sociales" que de "estallido social". Protestas muy masivas, persistentes y territorialmente muy extendidas dentro de cada ciudad y a lo largo de todo el país que trajeron como resultado un acuerdo político muy amplio y la apertura de un proceso constitucional que nadie habría imaginado, sobre todo porque el actual gobierno había desechado por completo el similar proceso que hubo en el gobierno anterior y que concluyó con la presentación de un proyecto de nueva Constitución.

-El anuncio del plebiscito constitucional, ¿qué efectos tuvo sobre el movimiento del 18 de octubre? ¿Ayudó a calmar las aguas o no logró cumplir con las expectativas de los manifestantes? Y en ese mismo tema, ¿considera que este anuncio fue un logro de la clase política o de las manifestaciones sociales?

-Como acabo de indicar, fue más bien un triunfo de los movimientos sociales, de las protestas, creo, antes que del estallido social. Calmó un poco las aguas, es cierto, pero el espíritu que movió las protestas sigue vivo y espero que se manifieste el 25 de octubre con una alta participación en el plebiscito. Ese día marchar será votar. Pero nadie puede dar eso por sentado, pandemia de por medio, que restará participación. Ojalá el gobierno se decida a adoptar la determinación por un transporte público gratuito ese día para facilitar los desplazamientos. Pudimos haber seguido adelante con el proceso constitucional que abrió el gobierno anterior sin crisis social y sin pandemia, y ahora nos vemos en la necesidad de hacerlo en medio de una situación muy distinta. Cuando pones una cosa de gran volumen bajo la alfombra, terminas estrellándote contra la alfombra, y eso fue lo que nos pasó en el tema constitucional. Bueno, no solo en ese: bajo la alfombra se puso también la reforma a las isapres y al muy desprestigiado sistema previsional.

-¿Cómo evalúa el rol que tuvieron los partidos políticos y las instituciones frente a los acontecimientos de octubre de 2019?

-Reaccionaron, es cierto, pero se trató de eso, de una reacción. Nuestra clase política o nuestra elite política, que es más bien una burocracia política, ha tenido muy poca iniciativa propia en las últimas décadas. Reacciona, pero no acciona.

-Al cabo de un año, ¿se puede hablar de liderazgos emergidos de este movimiento social? Siempre se consideró que el 18-O era un movimiento sin líderes claros, ¿está de acuerdo con dicha afirmación?

-Sin líderes, es efectivo, pero eso no está tan mal que digamos. A mí la palabra "líder" siempre me ha sonado un tanto autoritaria. ¿Necesitamos líderes o dirigentes políticos íntegros, informados, sensibles, trabajadores, perseverantes? Al faltarle líderes a ese movimiento social se complicó la interlocución con ellos, pero las mismas elites políticas, económicas e incluso intelectuales que echaban de menos un interlocutor habían hecho lo imposible por acallar o cuando menos por no prestar atención a líderes sociales que desde mucho antes del año pasado venían encabezando diferentes movimientos de protesta.

-¿Qué rol atribuye a los jóvenes en el movimiento? ¿Considera que, a la luz de lo sucedido, deberían tener una participación más plena en la sociedad, por ejemplo, a través del voto desde los 16 años?

-Los jóvenes empezaron esto, con el movimiento de los escolares en 2011 y luego con los universitarios de 2016. Las mismas protestas del año tuvieron un componente generacional importante, aunque digo "componente" y no "explicación" generacional, porque dichas protestas ameritan un esfuerzo interpretativo más allá de la pura variable generacional. ¿Voto a los 16 años para que las campañas políticas se instalen en las puertas de los colegios? Vuelta al voto obligatorio, preferiría, porque votar, que es ante todo un derecho, constituye también un deber ciudadano. Cuando se aprobó la inscripción automática y el voto obligatorio, el mensaje que se envió, sobre todo a los jóvenes, fue tan negativo como este: no se molesten en inscribirse ni tampoco se molesten en votar el día de las elecciones.

-¿Cómo calificaría los acontecimientos ocurridos a contar de octubre de 2019 en Chile? ¿Revolución, movimiento social, protesta? Y en ese sentido, ¿considera que el 18-0 tiene parangón con algunos otros movimientos de protesta acontecidos en Chile durante su historia republicana o tiene características que lo hacen único?

-Como lo hice antes: protestas sociales masivas, persistentes y territorialmente muy extendidas. En tal sentido, movimiento social, pero no revolución, salvo que esta última palabra se utilice muy mal.

-Finalmente, desde una perspectiva local, ¿cómo evalúa lo vivido en Valparaíso a consecuencia del 18-O?

-Valparaíso, tanto la ciudad como la región, aportó mucho a la protesta, pero teniendo que lamentar un vandalismo y un pillaje que yo no vacilo en reprobar. ¿Cómo pudo ser que grupos de porteños destruyeran pequeños negocios de otros porteños que pueden vivir en sus mismos cerros y que participan legal y legítimamente en la vida comercial de nuestra ciudad? Eso fue muy lamentable, muy injusto, muy despiadado, muy insolidario, y espero que quienes lo protagonizaron o aprobaron sentados en sus casas frente al televisor hayan hecho un mínimo examen de conciencia al respecto.