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En diciembre de 1900, la enfermedad comenzó a desaparecer. El médico Federico Puga Borne, quien fue parlamentario y se desempeñó como jefe del Servicio Sanitario del Ejército de Chile durante la Guerra del Pacífico, expresó: "Fue la más tremenda experiencia que tuvimos en esa época, pues la epidemia nos ha llevado a una generación entera".

Primer Hospital Infantil

En la época no había pediatras ni hospitales infantiles. El doctor Manuel Arriarán Barros fundó con su dinero el primer hospital de niños del país. Funcionó provisoriamente en la Casa de Ejercicios de San José, cedida en préstamo por monseñor Mariano Casanova, arzobispo de Santiago. Allí se recibió a los niños enfermos de sarampión y poco después la hospedería de San Rafael se estableció como hospital provisional para niños enfermos de dicha enfermedad.

En 1924, al dar cuenta del estado de la nación, el Presidente Arturo Alessandri Palma, señaló: "En las enfermedades infecciosas endémicas solo se han comprobado casos esporádicos, que son frecuentes, y casi inevitables". Los mensajes presidenciales de comienzos del siglo pasado se refirieron a todo tipo de pestes menos al sarampión.

Sin embargo, no había desaparecido. Por ejemplo, por cada cien mil habitantes, los enfermos en 1942 fueron 5.409 y los muertos 400; entre 1955 y 1964, año en que se introdujo la vacuna, los enfermos no bajaron de diez mil y los muertos variaron entre 453, el año 1956, y 3.264, en 1964.

En septiembre de 1964 se inició la vacunación en la provincia de Santiago continuando; en los meses siguientes, en el resto del país. Así cayó el número de enfermos y de muertos, en 93% y 99% respectivamente.

Con la vacunación masiva en 1993 se interrumpió la transmisión autóctona del virus del sarampión. Ahora los casos llegan desde el extranjero. Según la Organización Mundial de la Salud, la vacuna es segura y económica. Entre los años 2000 y 2017 la inoculación disminuyó la cifra de defunciones en un 80% en el planeta.

Pero la OMS informó que el año pasado más de 140.000 personas murieron debido a una oleada de casos en todo el mundo. Lamentablemente, aún no estamos libres de este flagelo.

El museo del horror de Ted Bundy

Es uno de los sicópatas más mediáticos de la historia criminal. Fue ejecutado en la silla eléctrica tras matar a al menos 36 mujeres.
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Por Lorenzo Castro | Agencia EFE

Recordado en películas y documentales, el asesino en serie Ted Bundy, que mató al menos a 36 mujeres y tuvo en jaque a la policía de Estados Unidos durante años, es el protagonista ahora de una exposición que muestra cómo detrás de un vecino desvalido puede esconderse un peligroso criminal y alerta sobre las consecuencias de la adicción a la pornografía.

El museo Alcatraz East Crime, en Tennessee, que se especializa en la historia criminal estadounidense, pone el foco en los meses previos al arresto de Bundy en el norte de Florida en 1978, a raíz de que cometiera una infracción de tráfico.

Tras dos mediáticos procesos judiciales en Miami y Orlando (Florida), Bundy fue ejecutado en la silla eléctrica el 24 de enero de 1989.

La exhibición "From car to incarceration: Ted Bundy's final arrest" ("Del auto a la cárcel: el arresto final de Ted Bundy") muestra el Volkswagen escarabajo del año 1968 usado por Bundy para capturar a sus víctimas, todas mujeres jóvenes o adolescentes a las que secuestraba, violaba y mataba.

Cartas desde la prisión y el uniforme de David Lee, el policía de Pensacola, en el noroeste de Florida, que lo detuvo en una parada de tráfico, son otros de los objetos que se exhiben en esta muestra, que también incluye abundante información sobre el perfil de Bundy, quien solía hacer uso de yesos, muletas y sillas de ruedas para dar una falsa idea de indefensión a sus presas.

"Ted Bundy es uno de los asesinos en serie más notorios, la gente todavía lo estudia hasta el día de hoy. El museo está utilizando este interés máximo para educar a los visitantes", dijo a Efe Janine Vaccarello, directora de operaciones del Alcatraz East Crime Museum, cuyo espacio expositivo se distribuye en dos pisos y ocupa un área de 25.000 pies cuadrados.

una ESTELA DE SANGRE Y CUERPOS DECAPITADOS

Bundy fue arrestado por primera vez en Utah en 1975 y dentro de su vehículo se le hallaron máscaras, esposas y cuerdas, entre otros artículos, pero nada que incriminase de forma definitiva a este hombre con una carrera promisoria en leyes o política y que cometió su primer asesinato en 1974.

La estela de crímenes la inició en el estado de Washington, donde se crió y se graduó de la universidad, prosiguió en Utah, donde fue arrestado dos veces, luego en Colorado, de donde logró escapar mientras estaba bajo custodia, y finalmente en Florida, estado en el que cometió sus últimos asesinatos, de los cuales al menos cinco tuvieron como víctimas a estudiantes de la Florida State University.

Su última víctima fue Kimberly Leach, de solo 12 años. En total confesó 36 asesinatos, pero pudo haber matado a muchas más mujeres.

Este "sádico sociópata que obtenía placer con el dolor de otro ser humano y el control que tenía sobre sus víctimas, hasta el punto de la muerte, e incluso después", como lo describió la biógrafa Ann Rule, solía estrangular o golpear a sus víctimas y las mutilaba después de la muerte tras obtener gratificación sexual.

En algunos casos, mantenía en su apartamento las cabezas decapitadas o dormía con los cadáveres hasta que la putrefacción lo impedía.

"Creo que la mayoría de la gente es buena, por eso es difícil para la gente entender por qué y cómo alguien puede ser tan malo", dijo Vaccarello sobre Bundy, nacido en 1946 en Burlington (Vermont).

Reconoció que este tipo de casos son populares, pero más que por el personaje es porque "por naturaleza, la gente quiere resolver las cosas".

"Entender el por qué y cómo hacerlo es parte de esa intriga y popularidad, que ha existido durante décadas", agregó.

LA ADICCIÓN A LA PORNOGRAFÍA

Como recuerda Vaccarello, en la última entrevista que Bundy ofreció poco antes de morir electrocutado, y tras mediáticos procesos judiciales para los que se acreditaron hasta unos 250 hombres de prensa nacional e internacional, alertó de los peligros que acarreaba la adicción a la pornografía.

Lo decía alguien que confesó que recorría las calles en busca de revistas o páginas de revistas pornográficas arrojadas al suelo, o que podía estar horas agazapado para poder mirar a una desprevenida mujer por la ventana de su dormitorio.

"Los peligros son muchos, pero por nombrar algunos: vínculos directos con conductas agresivas, trata de personas y una falsa percepción de la realidad", enumeró Vaccarello, sobre los actuales riesgos en torno al fácil acceso a la pornografía en la era de internet.