Cuando hay evolución, constantemente estamos soltando las ideas del pasado. Pero en nuestra sociedad moderna se ha perdido esa capacidad, ya que nos sentimos tan identificados con las tradiciones e ideas, que vuelven a repetirse en forma persistente. Y son tradiciones e ideas que simplemente no encajan dentro de la conciencia de este momento.
Por otro lado, el amor-conciencia se está expandiendo continuamente, y tenemos que tener la capacidad, de una vez por todas, de dar vuelta la página. Debemos reverenciar más el cambio que la tradición, a menos que las tradiciones estén basadas en el amor-conciencia y no en el miedo.
Siempre estamos buscando estructuras externas que nos den seguridad, y tenemos que darnos cuenta que el único hogar que nos puede dar seguridad es la profundidad de nuestro ser, ese "ser" que está dentro de nuestro corazón. El corazón vive en unión, el corazón da, el corazón no anhela nada externo, porque se siente completo dentro de sí. Y es desde ese lugar que seguimos evolucionando, transformándonos cada vez más, a medida que transcurre nuestra experiencia humana.
Y una vez ahí, esa quietud, esa seguridad, ese amor, estarán siempre presentes, porque eso es algo que nunca podemos perder. Estemos donde estemos, vayamos donde vayamos, hagamos lo que hagamos, seremos conciencia en acción. Pero raramente estamos en el presente, raramente estamos en el momento, raramente abrazamos toda la extraordinaria belleza que nos rodea, ya sea en la selva, los bosques, las ciudades, con los animales, o con la singularidad de cada uno de los seres humanos que conocemos en cada minuto de nuestras vidas.
No lo percibimos , debido a que somos tan persistentemente insustanciales, saltando sobre la superficie del estanque en lugar de sumergirnos en la profundidad del agua y descubrir lo que hay debajo. No estamos aprendiendo a vivir, estamos tratando de sobrevivir. Se nos enseña a competir, no a estar unidos. Se nos enseña que todas las riquezas son externas, cuando en realidad, están adentro, y solo tenemos que descubrirlas, simplemente yendo allí.
Tenemos que aprender a ser nosotros mismos y no otra persona, tenemos que estar presentes, tenemos que percibir los sonidos, los olores, todo lo que la naturaleza en su complejidad y belleza nos ofrece, y vivir desde la profundidad del ser.
Cuando nuestra identidad individual se convierte en esa cajita donde creemos que tenemos que estar, también se convierte en nuestro ataúd. Porque estamos diciendo "no soy eso", y en algún momento de la evolución tenemos que darnos cuenta de que "yo soy eso". Siempre sentimos que hay algo que proteger, simplemente porque no estamos presentes con nosotros mismos, no estamos presentes con nuestro propio amor interno.
Debido a que vivimos tanto en la superficie, percibimos amenazas ilusorias todo el tiempo, todo es como una amenaza a nuestro territorio. Pero cuando estamos anclados profundamente adentro, nada puede cuestionar ese territorio, nada puede removerlo.
Todo está en tránsito y cambiando tanto, que nos sentimos amenazados. Un pensamiento entra, y ya nos ponemos en modo protección, o utilizamos algo externo para justificar la mente, convenciéndonos de por qué no podemos sentirnos seguros. Cuando vivimos en el corazón, nos sentimos y estamos seguros todo el tiempo.
Amor incondicional es lo único que todos tenemos en común, lo único que nos une. Cuando nos anclamos en el amor incondicional, el poder del intelecto, su separación y sus ideas, se convierten en un eco distante.
¡No hay nada que proteger!
la columna de isha