Sergio Mundaca: el porteño que no logró cumplir el "sueño americano"
El exroadie de "Ocho Bolas" viajó a México en el año 2004 con el objetivo de cruzar por el "Corredor de la Muerte" y llegar hasta EE.UU. Desde ese día, su familia le perdió el rastro. Hoy, tras 19 años, sus restos ya están en casa.
Por años, el "sueño americano" ha sido parte del imaginario colectivo. Es que la idea de que cualquier persona, independiente de su origen social o económico, puede alcanzar la prosperidad en el país del norte con trabajo y perseverancia, no siempre sale bien.
Lamentablemente, para el porteño Sergio Mundaca, ese sueño nunca pudo ver la luz y hoy, tras años de búsqueda, sus restos ya descansan en su hogar del cerro Barón.
Con 25 años
La historia del "Yayo chico", como lo llamaban dentro del grupo punk porteño "Ocho Bolas" comienza en el año 2004, época en la que Sergio, técnico en Construcción y roadie de la banda, con apenas 25 años de edad, decide viajar a México. En aquel país recorrería el "Corredor de la Muerte" para llegar a Estados Unidos, donde se encontraba su hermano mayor.
La bitácora parecía clara, sin embargo, cruzar la frontera se convirtió en una experiencia difícil. Ese día, su familia le perdió el rastro para siempre.
"Estudió, sacó su profesión, y no encontró trabajo. Su meta era irse con su hermano mayor, que estaba en Estados Unidos. Tomó le decisión de irse, pero lo decidió justo después del 2001, cuando sucedió lo de las Torres Gemelas, y eso fue un punto crítico de que no se diera la oportunidad de sacar la visa; era mucho más complicado entrar y por eso decide irse de esa forma", cuenta su hermana, Doris Mundaca.
"Él llega a México, a una familia que ya había ayudado a mi hermano mayor. Estuvo un mes en la ciudad de Acuña; le ofrecieron quedarse, porque todos sabían que era complicado cruzar, pero él estaba obsesionado con llegar a EE.UU.", agrega.
Se pierde su rastro
En octubre del 2004, Sergio decide cruzar la frontera con ayuda de unos "coyotes", momento en el que realiza su última llamada telefónica.
"Cuando cruzó estaba en contacto con mi hermano mayor y aseguró que quedaba poco. Horas más tarde, mi hermano llamó al coyote para preguntar por mi hermano, pero le dijeron que ya lo habían cruzado, pero no lo dejaron hablar con él y le dijeron que necesitaban el resto del dinero… pasó una semana y tuvimos que decirle la verdad a mis papás: mi hermano estaba desaparecido", relata Doris.
Desde entonces, la búsqueda no cesó y la familia Mundaca, en realidad, poco y nada ha descansado: desde dar aviso a Relaciones Exteriores, hasta realizar incontables trámites, los cuales, aún, están sobre la mesa de su mamá, Doralisa Arancibia, quien recibió, incluso, noticias falsas, como por ejemplo que Sergio estaba preso, sin embargo, pese a pequeñas luces de esperanza, nada fue real.
La esperada llamada
Con la angustia permanente, el hermano que se encontraba en Estados Unidos, en el año 2010, dejó su ADN en un banco de sangre. El 2012, Doris viaja hasta México para dejar denuncias más concretas y también deja su ADN.
En medio de la incertidumbre, la esperada llamada llegó en diciembre del año pasado: los restos de Sergio fueron encontrados.
"Me llama mi hermano y me dice 'negra encontraron a Sergio'. Fue encontrado en un rancho en Texas; nos avisaron que se había encontrado unos restos y que coincidían con los datos", señala Doris, quien agrega que, "él logró cruzar a Estados Unidos. El informe que recibimos dice que fue encontrado en febrero del 2005 y él cruzó en octubre del 2004. En el certificado dice muerte accidental, indeterminada, entonces tampoco se sabe qué le pasó. Lo agarraron y lo pusieron en una tumba hasta el 2019, fecha en la que una familia quiso enterrar a su deudo y pidió sacar los huesitos que había ahí. Vino una universidad antropológica, lo tomó, le tomó ADN y recién en diciembre del 2022 hizo match con los ADN que había dejado mi hermano en el 2010".
Ahí empezó otro peregrinaje para los Mundaca: traerlo a Chile. En medio de trámites burocráticos, los restos del "Yayo chico" como lo llamaban, ya están en su casa.
"Fuimos a dejar al aeropuerto a un joven lleno de vida, de esperanza, de sueños, pero encontró su muerte".
Doralisa Arancibia.