"Nuestra motivación de atender a los presos de Punta Peuco nunca ha sido política, claramente es cristiana y humanitaria"
Inaugurado en 1995, en este penal están recluidos los militares condenados por crímenes de lesa humanidad. Hay algunos que han pedido perdón, pero otros se niegan a ello.
Juan Guillermo Prado - La Estrella de Valparaíso
Cuando iniciábamos este artículo no sabíamos si cuando apareciera se habría anunciado el cierre de la cárcel de Punta Peuco. No había sido la primera vez en que se haría un anuncio así. La Presidenta Michelle Bachelet, al final de su segundo mandato, ordenó su cierre, pero Jaime Campos, ministro de Justicia de la época, no le hizo caso. Ahora Jaime Gajardo, subsecretario de Justicia, señaló en la Cámara de Diputados que "el Estado no está en condiciones de cerrar ningún establecimiento penitenciario".
El penal de Punta Peuco, situado en la comuna de Til Til, fue creado en 1995 por orden del expresidente Eduardo Frei Ruiz Tagle. Ha sido el lugar de detención de militares condenados por crímenes de lesa humanidad durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Para conocer en estos días, en que se cumplen 50 años del golpe de Estado, qué ocurre dentro del recinto, conversamos con el capellán Pablo Álvarez, quien es pastor anglicano y miembro de la Fraternidad Ecuménica de Chile, quien señala: "Cuando nosotros llegamos hace trece años atrás, ellos no tenían atención de ninguna entidad religiosa, por eso los atendimos a partir de esa fecha".
-¿Los reclusos han sido abandonados por su institución o familia?
-Como en todo centro penitenciario, hay familias que visitan a los reclusos de manera regular, mientras que a otros, de forma irregular y algunos están en completo abandono. Respecto a la institución, algunos de los internos han manifestado de diversas maneras que se sienten abandonados por las instituciones que los formaron.
-¿Es una prisión VIP como se ha dicho?
-He visitado distintas cárceles en Chile; si la comparamos con las otras cárceles, se diferencia en que hay menos hacinamiento, es decir, menor número de reclusos por metro cuadrado, y que las áreas comunes son más limpias y ordenadas. Todas las cárceles en Chile son muy precarias y no cumplen con los estándares mínimos para mantener la dignidad de las personas, considerando que todas las personas, sin importar su condición o rol, deberían tener iguales condiciones. Se puede observar que en ciertas cárceles hay zonas más o menos cómodas dependiendo de los presos, como por ejemplo, los evangélicos que dentro de algunas cárceles públicas tienen lugares muy dignos, los que buscan hacer de su espacio un lugar más confortable dentro de las limitantes que tienen, y esta no es la excepción.
-¿Existe arrepentimiento entre quienes están recluidos?
-Primeramente, es importante definir qué entendemos como "arrepentimiento", especialmente en el cristianismo. El arrepentimiento, según los principios de Dios, es mucho más que limitarse a reconocer que se ha obrado mal; es un cambio en la manera de pensar y en el corazón que brinda una nueva perspectiva de Dios, de uno mismo y del mundo; implica apartarse del pecado y volverse a Dios, quien da el perdón. Bajo este principio sí hay reclusos que están arrepentidos. La verdad es que solo Dios puede saber eso, pero me consta que hay un grupo de ellos que han mostrado un sincero arrepentimiento, dando muestras concretas. Pero es importante destacar que el acto del arrepentimiento debe estar acompañado no solo de pedir perdón a Dios, sino también de un deseo genuino de rectificar la situación, cambiar el comportamiento para no repetir el mismo y reparar el daño causado, pidiendo perdón a las víctimas y sus familias, entregando por ejemplo información de detenidos desaparecidos si está en su conocimiento. Hubo un evento realizado en Punta Peuco, con la colaboración de sacerdotes católicos y pastores evangélicos, el cual la prensa llamó la "Misa del perdón", donde el diez por ciento de los presos pidieron perdón. A pesar de eso, no todos estaban de acuerdo con esta ceremonia, algunos expresaron que "los militares no deben pedir perdón", mientras que otros manifestaron "lo hacen para que les otorguen beneficios carcelarios". Finalmente, el arrepentimiento es un acto individual, público y comunitario que solo Dios puede juzgar el corazón humano, y si este es o no genuino. Pero es el primer paso para liberar perdón y libertad espiritual.
-¿Cuál es su mensaje para los chilenos en estos 50 años del golpe militar?
-En estos 50 años desde el golpe militar, creo que nos tiene que llevar a reflexionar en que país queremos ser. Uno dividido o uno que, a pesar de sus distintos matices, tiene la capacidad de dialogar y llegar a acuerdos para el bien común. Sin negar los actos dolorosos de violación de los derechos humanos que son parte de nuestra historia y que cristianos católicos, evangélicos y protestantes estuvimos presentes en la Vicaría de la Solidaridad. El 11 de septiembre debe ser un día de reflexión y no de celebración de ningún lado, para no repetir la historia. Nuestra motivación de atender a los presos de Punta Peuco nunca ha sido política, claramente es cristiana y humanitaria. Deseo terminar con las palabras de Jesús que es nuestro rol pastoral de servicio: "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí".